
Se regó por todo el país –y por fuera- el salvaje tratamiento que aplicó la Policía de Barinas a jóvenes que protestaban frente a un tribunal en la capital del estado. El rostro magullado y ensangrentado del joven dirigente, y su traslado a la cárcel a empellones, esposado junto con su madre que trató de defenderlo, son ya vergüenza ampliamente conocida.

