domingo, 29 de julio de 2012

Quien se rasca es por que le pica

En casi 14 años de gobierno “revolucionario” el discurso de campaña presidencial ha sido un termómetro inequívoco de las fortalezas o inseguridades que el propio candidato oficial percibe en sus flancos de batalla.
Por Mesa Central de Redacción / Maracaibo / noticias@laverdad.com


Los síntomas, cuando son bien interpretados, permiten al ojo entrenado identificar males que carcomen al cuerpo, incluso cuando el propio afectado ignora lo que le pasa.
En casi 14 años de gobierno “revolucionario” el discurso de campaña presidencial ha sido un termómetro inequívoco de las fortalezas o inseguridades que el propio candidato oficial percibe en sus flancos de batalla.

Casi siempre seguro de su superioridad numérica y táctica, en contiendas previas el abanderado del PSUV ha prestado poca atención al adversario, a quien desdibuja y ridiculiza con remoquetes que alimentan el componente lúdico de su arenga política. Pero esta vez algo está fuera de sitio.

Aunque el verbo presidencial mantiene su naturaleza populista, agresiva y egocéntrica, la proximidad de cuerpos exógenos con una inquietante masa crítica comienzan a desplazar el centro de gravedad en la retórica “roja rojita”.

Cuan niño mimado, acostumbrado a disponer de todos los juguetes y fijar las reglas del juego a su conveniencia, es poco usual ver a “Huguito” corriendo tras la pelota que lanza “Henriquito”.

Algo tiene descolocado al rey de la cuadra. ¿Será que finalmente su vecino más flaquito y menos pendenciero tiene juguetes que captan la atención de la muchachada y están más allá del alcance de una petrochequera?

No es coincidencia que hoy, cuando se descubre el parentesco familiar entre Capriles y el Libertador, Chávez se desviva por destacar sus vínculos bolivarianos, jugando a CSI-Miraflores con el rostro del padre de la patria, o que pretenda disfrazar lo viejo de "nuevo", brincando sobre una tarima con una guitarra eléctrica colgada al cuello, mientras su oponente enarbola las banderas del cambio y la juventud.

Es duro aceptar las propias fallas y reconocer las fortalezas del adversario, especialmente cuando la prepotencia y la jaladera de mecate nublan la visión y lo llevan a uno a transitar por el terreno del absurdo. Un recorrido que muchas veces termina en un callejón sin salida.

Más de 13 años de confrontación, improvisación, sectarismo, ineficiencia e ideas arcaicas no pueden transformarse en novedad y éxitos por mucho que se lo decrete.

En cuanto a la herencia bolivariana, esta se demuestra cultivando los valores de unidad y justicia que defendió el Libertador hasta el final de sus días, no usufructuando la memoria de los próceres para hipnotizar al pueblo y perpetuarse en el poder.

A poco más de dos meses para las elecciones, la pelota parece desplazarse hacia el lado azul de la cancha, pero todavía falta mucho partido por jugar. El marcador indica que cada vez la contienda está más cerrada, lo cual incomoda sobremanera al defensor del título y de ahí la comezón que se evidencia en su discurso.

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