domingo, 6 de abril de 2014

Miénteme más

Por Julio Portillo / Historiador / julioportillof@gmail.com

Es bueno recordar lo dicho por Alexander Pope: “el que dice una mentira, estará obligado a inventar 20 más para sostener la certeza de la primera” Densa y sofocante es la humareda sobre nuestras ciudades. Establecimientos y automóviles incendiados, personas y residencias violadas, calles con bombas lacrimógenas, muertos y un Presidente mintiéndole al mundo. Dice que aquí pasa lo que ocurre comúnmente en otras partes.
Como si la crisis de estos días ya no fuera una tragedia.  Mentiras donde los colaboracionistas dicen aquello de la canción de Olga Guillot: “miénteme más, que tu maldad me hace feliz”.

Los desvarío de Maduro dejan en ridículo a Venezuela. Dijo que a pesar de lo que sucede duerme como un bebé, confiesa que el pueblo lo llama “Masburro” y qué pasaría si él se vuelve loco y llama a su gente a la calle. Ya lo ha hecho con la Guardia Nacional y los colectivos armados.  Desde que anunció “Chávez se recupera”, lo llamaban “mentira fresca”.
Venezuela después de estas semanas con las aulas universitarias cerradas, barricadas en muchas calles, manifestaciones y represiones, ya no es la misma. Se trata de un país enfermo de todo y en camino de la anarquía. Es el tortuoso pasaje hacia un amanecer esperado.
Al mandatario le ocurre lo que señalara Bernard Shaw: “Hay quien no cree nunca nada de lo que dice él mismo. Y, naturalmente, no puede creer nada de lo que digan los demás”. Por eso el cuento de los generales de la Fuerza Aérea alzados virtualmente sin tropas desde sus computadoras, no lo creyó nadie. Por eso también es bueno recordar lo dicho por Alexander Pope: “el que dice una mentira, estará obligado a inventar 20 más para sostener la certeza de la primera”.
El pueblo va sabiendo como la canción de la cubana de las mentiras. La mentira se ha convertido en la conducta del régimen. Diosdado Cabello mostró una foto de unas armas encontradas en la casa del General Vivas y en pocas horas se descubrió que la fotografía pertenecía a un establecimiento de venta de armas de los Estados Unidos. Pero ni con miedo y mentiras lograrán desvanecer lo que ya es un sentimiento comparativo, que este “gobierno es como un bikini, nadie sabe cómo se sostiene, pero todos quieren que se caiga”.

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